miércoles, 20 de mayo de 2009

Emoción en el entierro de Benedetti


Con claveles y bolígrafos en la mano, cientos de personas fueron al Cementerio Central de Montevideo, Uruguay, para darle un último adiós a Mario Benedetti, uno de los escritores más queridos de América Latina y España.

El cortejo fúnebre partió a las 10 de la mañana desde el Palacio Legislativo, donde se había realizado el velatorio.

En el cementerio había personas de todas las edades, estudiantes, autoridades del gobierno y amigos de Benedetti que aguardaban la llegada del cortejo desde temprano.

Entre la multitud, esperaban en la puerta del cementerio figuras públicas como el senador socialista Reinaldo Gargano y el embajador argentino en Uruguay, Hernán Patiño Mayer.

Benedetti falleció el domingo a los 88 años de edad. La noticia de su muerte repercutió en el mundo entero, y varios artículos de prensa señalaron que la literatura “lloraba” su pérdida.

Con más de 80 novelas, ensayos, críticas y poemas publicados, este prolífico escritor era uno de los grandes mitos de la literatura hispanoamericana.

“Hoy enterramos a un escritor y sobre todo enterramos a un hombre bueno”, dijo el director de Cultura del Ministerio de Cultura, Hugo Achugar, quien abrió la oratoria en el entierro.

En su discurso, Achugar recordó todas las facetas de Benedetti: el oficinista, el enamorado, el militante, el compañero de luz y el uruguayo que rompió fronteras.

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“Hoy enterramos parte de nuestra historia”, aseguró.

El músico uruguayo, Daniel Viglietti, y la ministra de Educación, María Simón, también dieron un discurso en el que resaltaron los puntos más sobresalientes de la vida y obra del escritor.

Viglietti, quien era amigo íntimo de Benedetti, estaba acongojado.

“Nos quedamos sin Mario pero su pluma nos deja el alma llena de versos sencillos, sencillos en la altura como aquellos del cubano José Martí que él tanto admiraba”, dijo Viglietti.

Asimismo, el cantautor destacó que Benedetti era una persona muy sencilla, tierna y solidaria, y esas cualidades quedaron plasmadas en su obra.

“Mario no necesita que lo idealicemos porque es un ideal en sí mismo”, aseguró.

Luego que el ataúd fuera colocado en el Panteón Nacional del cementerio, personas se acercaron para colocar flores entre las rejas del panteón.

Varios eran jóvenes, una muestra de que la obra de Benedetti trascendió generaciones, tal como destacaron a lo largo del entierro.

Germán Ungo, un estudiante de 25 años que fue al entierro, dijo que Benedetti le ensenó a la gente de su edad “a recordar y aprender de eso”.

En sus manos, traía un libro del escritor.
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Escribe desde Montevideo, Uruguay, Federica Narancio para la Voz de América.

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